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Oración de la Edad Media

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Oración de la Edad Media

Esta oración de la Edad Media es de autor desconocido. La Edad Media fue un periodo de gran espiritualidad dónde florecieron grandes santos de la Iglesia Católica. Ejemplo de ello son San Agustín de Hipona o San Francisco de Asís.

Su título «Sólo en tu corazón está mi esperanza».

Sólo en Tú corazón está mi esperanza

Señor Jesús,

Salvador misericordioso y compasivo.
Luz venida a nuestras tinieblas.
Samaritano inclinado sobre nuestras heridas.
Tú que dices a la viuda de Naím: «No llores más».
Tú que, lleno de bondad, esperas al hijo pródigo.
Corazón sin rencor que acoges a Pedro el renegado
y a Pablo, el perseguidor inconsciente.

Amigo de los hombres.
Tú que te enfadas cuando se desprecia a los pequeños.
Tú que maldices a quienes los oprimen.
Tú que intercedes ante el Padre por tus verdugos
y prometes el paraíso a ladrón arrepentido.

Tú que devuelves la vista al ciego Bartimeo,
cuyos gritos suplicantes querían silenciar.
Corazón compasivo con toda miseria.
Tú que no descartas a nadie
y que tocas las llagas de los leprosos,
la lengua de los mudos y los oídos de los sordos. 

Bondad infinita que excluye toda maldad.
Corazón inaccesible al egoísmo,
que olvidas las injurias y siempre estás disponible.
Ternura y delicadeza de todos los que aman,
amistad segura y constante.
Tú que lloras sobre tu amigo Lázaro,
y sobre Jerusalén que se siente abandonada.

Pon en mí tu amor, tu bondad, tu dulzura,
hazme compartir tus alegrías y tus deseos…
Hazte presente en mi corazón, en mis labios y en mi mirada.
¡Escucha mi oración, Señor Jesús, luz de mis ojos!
Hazme tal como tú quieres que sea.
Sólo en tu corazón está mi esperanza.

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Pastor Joe Wright en el senado de Kansas

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Apertura del Senado de Kansas

El 26 de enero de 1996 se pidió al ministro Joe Wright que realizara la oración de apertura del Senado de Kansas.

El pastor sorprendió a los asistentes con esta profunda,dura y valiente reflexión acerca de la sociedad actual.

Oración del Pastor Joe Wright:

Señor, venimos delante de Ti este día, para pedirte perdón y para pedir tu dirección. Sabemos que tu Palabra dice:

«Maldición a aquellos que llaman bien lo que está mal».

Y es exactamente lo que hemos hecho.

Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos cambiado nuestros valores.

Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso «suerte».

Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado «ayuda social».

Hemos matado a nuestros hijos que aun no han nacido y lo hemos llamado ”la libre elección».

Hemos abatido a nuestros condenados y lo hemos llamado «justicia».

Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado ”desarrollar su autoestima».

Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: «política».

Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado «tener ambición».

Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha grosería y pornografía y lo hemos llamado «libertad de expresión».

Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado «obsoleto y pasado».

Oh Dios, mira en lo profundo de nuestros corazones; purifícanos y líbranos de nuestros pecados. Amen.

Ver video

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Oración de Robert Kennedy

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Oración atribuida a Robert Kennedy

La historia de esta oración es cuanto menos curiosa. Fue encontrada en el bolsillo de la chaqueta de Robert Kennedy el día que le dispararon, el 5 de junio de 1968, falleciendo al día siguiente.Era el hermano menor del presidente John F. Kennedy,que también murió asesinado. Fue fiscal general de Estados Unidos desde 1961 a 1964. Cuando acabaron con su vida, preparaba su campaña para la presidencia de E.E.U.U. y acababa de ganar las primarias a McCarthy.

 

Oración: «Aquí estoy para hacer tu voluntad»

vaso de barro

Dios mío,

Yo me abandono en tus manos.
Modela y remodela este barro como arcilla en manos del alfarero.
Dale una forma y después, si quieres, deshazla,
como fue deshecha la vida de mi hermano John.
Pide, ordena.
¿Qué quieres que haga?
¿Qué quieres que no haga?
Ensalzado o humillado,
perseguido, incomprendido, calumniado,
alegre y triste,
o inútil para todo,
sólo diré a ejemplo de tu Madre:
«Hágase en mí según tu palabra».
Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz.
Pero no de las cruces heroicas:
podrían aumentar mi vanidad,
sino las cruces vulgares
que llevo con repugnancia.
Aquéllas que se encuentran todos los días
en la contradicción, en el olvido, en el fracaso,
en los juicios falsos, en la frialdad,
los desaires y desprecios de otros,
en el malestar y defectos del cuerpo,
en la oscuridad de la muerte y en el silencio y aridez del corazón.
Y entonces Tú sabrás que te amo.
Eso me basta.
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